Wrestlemania 35 ha tocado a su fin. La nueva temporada en WWE arrancó con el Raw AfterMenia. Y con esto se pone el primer punto -y seguido, que no final- al crecimiento del papel de la mujer en la WWE.
La revolución femenina es una realidad que se lleva trabajando varios años. La mayor empresa del entretenimiento deportivo tocó la última tecla del piano en pasado domingo. Eso sí, esto solo es el comienzo y Wrestlemenia 35 la primera composición. Desde hace un año los fans del Wrestling aguardamos este día con ganas. No era un año cualquiera, era el año de ellas, de las luchadoras. No pilló por sorpresa a nadie que el Main Event se lo llevase un combate femenino, y aunque la historia puedo tener una mejor preparación, la primera fase para igualar el papel de hombre y mujer en WWE ha tocado a su fin.
Hablar de un punto inicial es complicado. Quizás NXT, por haber juntado a la generación actual. Una generación de oro que ha demostrado hasta al fan más retrógrado que no hace falta tener pene para ser Wrestler. Y que las divas ya no son divas. Son mujeres. Pelean, ganan, sufren, fallan, lloran y entretienen. Claro que todavía queda mucho trabajo por hacer. Pero como digo, el primer paso está dado, y a partir de aquí todo tiene que ir hacia arriba.

Que el Main Event de Wrestlemia fuese para un combate femenino no es algo que se deba aplaudir, sino que es algo que se debe asumir como normal. Y, obviamente, algo que debe perdurar. Sin regalos. El Main Event debe ser para el más atrayente, y este año lo han sido Becky Lynch, Charlotte Flair y Ronda Rousey. Se puede discutir muchas cosas: la estipulación del combate, la forma en la que se preparó previamente, cómo se llevó a cabo, o si fue mejor o peor. Pero ahora mismo eso es lo de menos. Lo importante es disfrutar de todo lo que ha sido el proceso -con sus trabas- y, como no, del espectáculo. Porque eso nos dieron en Wrestlemania. Espectáculo.
Si el mundo no ha sido justo ni sencillo para las mujeres, en el Wrestling más de lo mismo. Durante muchos años la empresa usó a la sección femenina como un mero objeto sexual. Una distracción para los más babosos, o para los que tenían ganas de mear. Las “Divas” peleaban por salir en la Play Boy y no en las portadas de los diarios de wrestling. Y eso todavía hay muchos que lo apoyan. Wrestlemania 35 ha sido el punto y seguido de la primera fase. Porque esto no ha terminado. Ni terminará a corto plazo. Todo proceso necesita de un tiempo, y este, por supuesto, no iba a ser para menos. Y más con todos los obstáculos con los que la división femenina sigue contando. Una división a la que se mira con lupa y se critica el error más banal. Porque las redes sociales se llenan de comentarios machistas cuando Brie Bella u otra luchadora fallan, pero no cuando lo hacen Randy Orton u otro luchador masculino. Y recalco lo de masculino.

llegó para dar un salto de nivel e importancia mediática a la división | Foto: WWE
El combate a tres bandas tuvo defectos, pero ninguno esa noche fue perfecto. Pudo durar más, tener un mejor final y, seguro, una mejor celebración. Pero no se trata de ver el vaso ni medio vacío ni medio lleno, se trata de wrestling. A veces funciona, a veces no. Pero las oportunidades de fallar tienen que estar ahí. Y si se falla, decirlo, y tratar de mejorarlo. Porque ellos y ellas fallan, y lo seguirán haciendo, porque la lucha libre no es perfecta, ni los creadores unos genios haciendo historias.
La WWE dio un importante paso. Otro más. Nadie le exime de culpa. Se ha tardado mucho tiempo, pero las mujeres llevan ya años ofreciéndonos wrestling de alto nivel en la pantalla. Y eso, al final, es lo importante. Y el futuro, con las generaciones que se están formando en NXT, o las independientes es prometedor. El proceso hacia la igualdad no ha hecho más que comenzar. Ellas, las wrestlers, no necesitan ayuda de ningún tipo. Solo necesitan que las barreras dejen de existir. Y deben desaparecer en todos los ámbitos. Tanto dentro como fuera del ring para, una vez más, demostrar que no son divas, son mujeres.
