Las nuevas generaciones siempre se acaban imponiendo. El paso del tiempo no perdona a nadie y los cambios de ciclo son inevitables. Contra ello, no se puede hacer nada más que resignarse a ver cómo la realidad se impone. Aquellos maravillosos años nunca volverán, es inútil intentarlo. No hay vuelta atrás. Y la juventud del Ajax arrolló a la Vecchia Signora de la misma manera que ya hiciera ante el vigente tricampeón de Europa.

Da la sensación de que el cuadro holandés siempre llega más fresco que el rival a los últimos minutos de los partidos. Cuestión de preparación física, sí; pero también de juventud. Incluso, de ganas e ilusión, que siempre ayudan a dar un poco más de uno mismo. Enfrente estaba una Juventus cuyo proyecto ha sido ciertamente exitoso pero que, pese al impulso que supuso el fichaje de Cristiano Ronaldo en verano, cada vez está más cerca de terminar sin lograr una Champions. Su columna vertebral está ya bien entrada en la treintena y su futuro pasa por, en palabras de Agnelli, Cristiano. El portugués tiene ya 34 años.

Si bien la historia de los de Amsterdam es incontestable -suman 4 Copas de Europa-, para los nacidos a partir de los noventa el Ajax es un equipo que suele caer en fase de grupos cuando se clasifica para la Liga de Campeones. Su nivel medio en la presente década le lleva a estar, para los jóvenes, en un lugar inferior al de clubes como el Porto o el Shakhtar Donetsk, más habituales en octavos e incluso cuartos de final en los últimos tiempos. Es decir, nos hubiera sorprendido menos que los portugueses o los ucranianos se hubieran colado alguna temporada en semifinales.

Los fichajes de Blind y Dusan Tadic supusieron un importante cambio en la política del Ajax. Ante la imposibilidad de conseguir buenos resultados fuera de Holanda solo con jóvenes promesas, optaron por repatriar a jugadores que habían dado el salto de la Eredivisie a la Premier para formar un equipo algo más experto. Huelga decir que ha funcionado: el Ajax se ha clasificado para unas semifinales de Champions League por primera vez desde la 1996/97.

Sin embargo, no son ellos las principales estrellas de un conjunto el que brillan con luz propia jugadores como Matthijs de Ligt o Frenkie de Jong, pero en el que es el colectivo el principal baluarte. De Jong ha firmado para marcharse al Barcelona el próximo verano y otros futbolistas saldrán a otros grandes europeos, pero en la presente campaña el engranaje ajacied funciona a las mil maravillas. La llegada de Blind ha reforzado la figura de De Ligt, que será uno de los mejores centrales de la próxima década. El ex del Manchester United aporta experiencia a un equipo que solía ser muy inocente. Los laterales son probablemente la zona más débil de los neerlandeses: Mazraoui no convence -al menos a mí- y Veltman es simplemente cumplidor en lo defensivo. En la izquierda, el internacional argentino Tagliafico sí que parece dar la talla. La portería la defiende un Onana que, pese a su irregularidad, está cuajando buenos partidos.

Aun así, en el centro del campo y en la delantera es donde ocurre la magia: Lasse Schöne, Frenkie de Jong y Donny van de Beek se complementan a la perfección y son capaces de triangular y filtrar pases con un poso propio de futbolistas de primerísimo nivel. Arriba, Erik ten Hag ha optado por prescindir de Dolberg y Huntelaar y apostar por el serbio Tadic de falso nueve, flanqueado por los jóvenes Hakim Ziyech y David Neres en los costados. El desborde del Ajax ha podido ya con las defensas de Bayern de Múnich, Real Madrid y, más meritorio aún, Juventus. Y los más destacados no han sido siempre los mismos.

Ante los turineses, el Ajax fue superior en la ida, pero volvió con un resultado de empate a uno que favorecía a la Vecchia Signora. Los holandeses aguantaron la primera parte en el Juventus Stadium y lograron un gol que igualaba la eliminatoria. En la segunda mitad, Van de Beek se presentó ante el gran público. Quizá el futbolista con menos nombre de los seis de arriba realizó una exhibición entre líneas, asociándose de maravilla y siendo indetectable para Pjanic, a quien ganó la espalda siempre que quiso. Apareció por todas partes y generó varias ocasiones para su equipo. Y tras el gol de córner de De Ligt -error de una Juventus claramente superior por arriba-, mantuvo la posesión, con la ayuda de Schöne, Tadic y compañía. Ziyech también estuvo pletórico, desbordando con una insultante comodidad. Bonucci acabó totalmente desesperado, viendo como él era el único defensor capaz de frenar al cuadro neerlandés y sus compañeros estaban siendo continuamente superados. El jugador con más nombre, De Jong, fue el que más desapercibido pasó; clara muestra de que es el colectivo y no las individualidades lo que ha llevado tan lejos al Ajax. Además, los de Ten Hag estuvieron sólidos atrás, y la Juventus no consiguió crear peligro alguno en el tramo final, en el que necesitaba dos goles para remontar.

Probablemente el año que viene la mitad del once del Ajax juegue ya fuera de Holanda, y costará mucho que los de Amsterdam vuelvan de nuevo a unas semifinales de Champions. Pero los choques que nos están dejando este año son, desde luego, de guardar en videoteca. Algunos hablan incluso de revolución futbolística. Quizá se trate más de volver al pasado, a las raíces del fútbol total, pero incorporando ajustes que hagan posible un fútbol de posesión vertical en el contexto actual. Les favorece, eso sí, no ser favoritos, que los rivales no se les encierren, pues así logran encontrar espacios para combinar.

El camino hasta las semifinales queda ya para la historia: dos empates en fase de grupos ante el Bayern, una goleada de época (1-4) en el Santiago Bernabéu ante el vencedor de las últimas tres Champions y una eliminatoria tremenda ante el principal favorito y el mejor futbolista de la historia de la competición de la que el Ajax salió airoso y convenciendo. Aun así, los chicos de Ten Hag quieren seguir haciendo historia y clasificarse para la final de la Liga de Campeones