Volvía de trabajar en coche, escuchando la radio, cuando sucedió. Christian Eriksen se había desplomado sobre el césped del Parken de Copenhague. No reaccionaba. La desafortunada realización televisiva mostraba además primeros planos de la escena. Fueron minutos de angustia, de incertidumbre. De no saber qué decir. Pero el danés sobrevivió. Fue, sin duda alguna, la imagen de la Eurocopa 2020.
Sus compañeros, comandados por su capitán Simon Kjaer -premiado en varias ocasiones por su actuación aquel día-, formaron una barrera para que no se viera lo que ocurría detrás: cómo los médicos salvaban la vida del entonces futbolista del Inter. Las dramáticas imágenes (su esposa bajando al césped y siendo consolada por Schmeichel y Hjulmand, las caras de los propios jugadores daneses,…), por fortuna, quedaron en eso. Un susto muy grande, pero que no fue a más.
Hoy, Eriksen vuelve incluso a jugar a fútbol tras haber fichado por el Brentford este pasado mes de enero. Con un desfibrilador automático que le acompaña, puede hacer vida absolutamente normal.
Aquel partido -que no se debió retomar ese mismo día dijera lo que dijera la UEFA– ante Finlandia, lo acabó perdiendo Dinamarca. Sin embargo, los de Kasper Hjulmand realizaron a partir de ahí, y pese a no contar con Eriksen sobre el césped, una Eurocopa fantástica, convirtiéndose en la gran revelación del torneo. Pese a caer también ante Bélgica, golearon a Rusia en la última jornada de la fase de grupos para certificar su pase a octavos.
Un contundente 4-0 a Gales y un 2-1 a la otra gran sorpresa, la República Checa, clasificaron a los daneses para semifinales. Soñaron con eliminar a Inglaterra en un duelo igualado, pero los de Gareth Southgate dieron la vuelta al tanto inicial de Damsgaard para acabar venciendo en la prórroga.
No sabemos si el incidente de Eriksen tuvo que ver con el gran rendimiento de Dinamarca, si les dio ese extra de motivación, pero sus compañeros lo dejaron todo sobre los campos de la Eurocopa multisede hasta quedarse cerca de emular lo logrado en el verano de 1992. Fueron, desde luego, los grandes animadores del torneo.